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miércoles, 1 de junio de 2011

22. ¡Cuánto vale mi hija!!!!



La cultura latina la caracteriza el machismo, en términos generales (siempre respetando al que se considere la excepción). Y dicho machismo también se observa cuando el padre recibe de su esposa la noticia de su embarazo. Quiero hablarles de lo que dicen en ese momento, y ¡lo que dicen luego!.
Estoy seguro que una gran mayoría de quienes leen este post, conocerán a algún padre, que cuando sabe de la noticia del embarazo de su esposa, les habrá escuchado: ¡será un varón!, y ACLARO: no porque el padre no quiera a la hija, sino por razones muy complejas como la transmisión del apellido, el deseo de un varón que lo ayude en su negocio, y muchas otras razones que puedan existir en la mente machista (y aclaro: no es el estereotipo de todos los hombres, pero si lo que en mis 5 décadas de vida le he escuchado a muchos padres).
¡Sorpresa!, no es varón, sino hembrita. Y acá viene el efecto anestésico de la aclaratoria anterior: Como lo dije previamente, ese padre deseaba un varón, pero al recibir la noticia de una hembrita, ¿saben lo que ocurre?, pues, no podría ser otra cosa distinta a una ¡inmensa explosión de felicidad!.
Pero ahora quiero comentarles lo que ocurre luego en el padre: sucede que llega a amar con indescriptible afecto, a esa hija que lo abraza y lo besa, y lo mima, cosas que no ocurren en los varoncitos que son menos expresivos, generando tal naturaleza de amor a la hija, que no tengo un símil con el cual ilustrar adecuadamente el cómo el afecto de la hembrita "conquista" los afectos de su padre. Como entiendo que las cosas se prestan a mil interpretaciones, entonces una nueva aclaratoria: No significa lo dicho que el padre entonces pase a querer menos a sus hijos varones, sino que las hembritas le generan un afecto de naturaleza más protectora, ya que al varón siempre se le juzga como más autosuficiente.
El propósito de este post va dirigido a propiciar una reflexión en las hijas de hoy, más liberales: quiero decir que luego esas hijitas amorosas, parecen olvidar algo tan importante como lo es el valor que ellas representan para un padre, al confrontarlos en la adolescencia o en la juventud porque el "sentimiento protector" del padre choca con las libertades que esa hija quiere tener con su novio.
Quieren que les ilustre lo dicho en el párrafo anterior: cuando yo tenía 15 años, me recuerdo de un padre (vecino de la casa de mi madre) que a lo que su "adorada hija" de mi misma edad quedó embarazada, pues le generó una falla cardíaca que casi le cuesta la vida. ¿Qué sucedió?. Su hijita adorada, a la que quería con tan inmenso amor, le estaban siendo arrebatados sus sueños, porque si bien luego la hizo casar con el joven, luego sobrevino el inevitable divorcio, y se cumplió lo dicho por ese padre: ¡Se le trastornó la normalidad de vida a su hija!, porque un nieto es muy bien recibido, pero por favor: Una madre de 15 años carece de la formación para afrontar esa responsabilidad, de hecho, en esa edad, ella todavía es responsabilidad de sus padres.
Escribo este post porque lo que ví en ese caso, lo he visto repetirse en 3 décadas de posteriores puestas de sol: La hija con una edad tan corta, ya reclamaba a su padre, que sus celos hacia el novio eran exageradamente infundados, procurando lograr más libertades de su padre, que al conseguirlas, devino en un embarazo.
Este blog está enfocado a abordar valores familiares tradicionales, algunos ya inexistentes, otros en proceso de extinción, y son los valores familiares los que definen la personalidad del hijo, que bien cimentados esos valores, lo conviertan en un posterior padre (o madre) y un ciudadano ejemplar. No olvides que una sociedad sana moralmente, se construye con ciudadanos ejemplares, y no con sujetos con problemas de desadaptación.
Haciendo conjunción de ideas: un valor familiar importantísimo es el respeto a la autoridad familiar del padre, que al perderse, origina muchos problemas de rebeldías. Tanto hijos como hijas están acusando fuertes problemas de enfrentamiento con la autoridad del padre, que origina embarazos precoces, abandono del hogar, violencia doméstica, ...¡y hasta suicidios!.
Un padre orgulloso dice: ¡Cuánto vale mi hija!!!!, y en mi parecer, ¡que hermosa se oye esa exclamación!. Pero esto lamentable no goza de la valoración de muchas hijas, y en algunos casos ellas lo llegan a valorar, años después.
La sociedad actual padece de una seria epidemia familiar, llamada: DIVORCIOS. Esa epidemia destruye el normal afecto que debería unir una familia. Y uno de los más graves efectos lo paga el hombre, porque además de que muchos pierden su casa, también son víctimas de ácidas críticas de su ex-esposa, que olvida el rol de padre de ese hombre, al que somete ante sus hijos e hijas a severas críticas, que le destruyen su autoridad, y que más adelante le va a hacer falta, cuando requiera de un brazo fuerte paterno que enfrente decisiones erradas de sus hijos, pero, debido al insensato trabajo de desfiguración de la imagen paterna, ya tal padre no es mucho lo que logra hacer. No es exageración: veo esto con tal frecuencia, que me ha inspirado a escribir sobre la necesidad de que cónyuges e hijos reconsideren la manera cómo están llevando la "gerencia del clima familiar", ya que ni las iglesias ni las universidades pueden hacer lo que le corresponde a los miembros del grupo familiar.¡Cuánto vale mi hija!!!!. Este post te debe señalar que pese al desacuerdo de tu padre con tu novio, tu padre no desea ningún mal para tí, y los novios se van, el padre queda para toda la vida, pese a que lo quieras o no lo quieras. Te debe indicar, que el afecto de un padre es tan puro como el de una madre, que hace también sacrificios por sus hijos e hijas (en una dimensión distinta a la de una madre). Te debe señalar que si POR DESGRACIA, tu hogar dió alojamiento al indeseable huésped del DIVORCIO, pues no debes asumir una actitud beligerante hacia tu padre, porque los problemas entre cónyuges son entre ellos, y no te deberían involucrar en forma alguna (lo cual lamentablemente no ocurre en la realidad). He escuchado acerca de ex-amigos o de ex-esposas, pero no he escuchado de ex-hijos o de ex-padres, y ¿sabes por qué?; sencillamente, porque la relación padre-hijos es para toda la vida, y allí sí se cumple el rosario del altar matrimonial: sólo la muerte rompe la relación entre un padre y sus hijos.
Lo he expuesto en términos comparativos, porque hay muchas madres (no todas) que parecen olvidar el afecto del padre a sus hijos. De hecho, he escuchado a muchas madres hablar mal de los padres en la fecha del día del padre, lo cual se oye tan inmoral e inculto, como hablar mal de la madre en el día de la madre. Llego a pensar que esas madres piensan que Dios colocó en ellas todo al amor de familia, y no proveyó al padre de tal categoría de amor: ¡y eso es un error!, en consecuencia, cuando hablo de valores familiares que se han perdido, precisamente el valor familiar referido a preservar el amor hacia el padre o hacia la madre, es uno de los valores que definitivamente ha corrido con la peor suerte. Este post va enfocado a aquellos hogares cuya armonía familiar se vió perturbada por el divorcio, lesionando el afecto de los hijos hacia su padre, olvidando que el plan de Dios es trino: PADRE-MADRE-HIJOS, y los tres son importantes, necesarios y se complementan, pese al divorcio, porque un padre divorciado llega incluso a querer aún más a sus distantes hijos. Y, lo que dije al inicio: un padre ama con amor sobreprotector a su hija, porque vive diciendo: ¡Cuánto vale mi hija!!!!, por tanto a las hijas les digo que a la hora de criticar a su padre (que es uno sólo, porque jamás un padrastro lo podrá sustituir), no olviden cuánto valen ellas para su padre.
En el mes que se conmemora el día del padre, concluyo diciendo: ¡Felicidades Padres!, y Dios recompensará el trabajo que hicieron (o que dejaron de hacer).



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