Cosas de hermanos

La armonía familiar es muy hermosa y muy emotiva. Lastimosamente lo normal es que la belleza de la armonía pase por ciclos, algunos positivos y otros negativos, para que podamos apreciarla en su justo valor. En esta publicación voy a dar algunas reflexiones de un factor que enturbia la belleza de la armonía familiar en muchos hogares, y la idea es conocer ese virus para evitar la enfermedad de la desunión.

Cierta vez hablaba con una amiga de mi infancia y me comentaba que se sentía triste porque hace algún tiempo que se dejaron de hablar ella y su hermana menor. Eso realmente la mantenía en una grave nostalgia porque le martirizaba hasta cuando su hermana pensaba mantener esa condición. Le comenté que la situación de hermanos que se distancian y que incluso se quitan el habla, es normal en muchas familias, como también es normal que luego de un tiempo se restituyan el habla por situaciones que la misma vida coloca.
Situaciones de la vida son enfermedades graves, insolvencia financiera amenazadora, cárcel, y, es en esas circunstancias cuando hermanos desunidos olvidan diferencias y acuden uno al auxilio del otro.

Otros casos tienen un final menos dramático. Es cuando una de los dos hermanos decide desvertirse de fátuos orgullos y se acerca a su hermano que no le habla, y le pide disculpas, le solicita que le diga qué es necesario para volver a la situación de armonía, o incluso, trae el recuerdo de momentos felices del pasado para hacer ver que vivir unidos y felices es mejor que enojados y separados. He conocido esos casos donde uno de los dos hermanos enojados ha tenido que ceder y mostrar humildad trayendo la anhelada reconciliación que tanto quieren ver sus preocupados padres. Y también debo decir que conozco pocos hogares donde no haya escuchado la situación de hermanos enojados, y con esto quiero decir, que he llegado a la conclusión que el enojo entre hermanos es común en muchas familias, como también el perdón, de hecho, me alegra afirmar que no he conocido casos de hermanos que hayan muerto sin hablarse, es posible que los haya, pero afortunadamente no conozco todavía ningún caso, ni aspiro a conocer ningún caso semejante, y, en virtud de ello, me motivo a ofrecer este post.

Nada ni nadie deberían tener la importancia o trascendencia como para provocar distanciamiento entre hermanos, pero como es a veces una situación indeseable en algunos hogares, también hay que ser igualmente enfático en que toda iniciativa debe ser considerada a los efectos de restaurar la sana relación entre hermanos. Es posible que funcione una intermediación de los padres, o de un reverendo, o de un amigo, o incluso de otro hermano, todo es válido siempre que dos hermanos que no se hablan vuelvan a la armonía. Es muy triste y además indeseable que dos hermanos que quizás conviven en la misma casa, no se hablen, y un aspecto a considerar es que ellos por un momento reflexionen no sólo en el daño a ellos mismos, sino en el daño a sus padres y demás familiares que se entristecen por tal situación: dos hermanos que no se hablan deberían meditar en el regalo que harían a sus padres si se reconcilian.

Hay que aprender a llamar las cosas por su nombre: "una pelea pasada" es exactamente PASADO, lo que significa que toda diferencia debe representar pasado y no incidir en el presente. Creo que parte de la formación familiar debe apuntar a enseñar a los hijos que los hermanos deben amarse por siempre, porque esa relación de consanguinidad y de afecto es para toda la vida, y a veces pienso que hermanos que se dejan de hablar, además de inmadurez, soberbia, también dejan ver una evidente formación familiar deficiente. Los pleitos son cosas de hermanos, que tenderán a suscitarse en diferentes etapas y momentos de la vida, pero también son cosas de hermanos, amarse, apoyarse, compartir, consolar, ... ¡y perdonar!, porque algo que nunca hay que olvidar nos lo recuerda la imagen que sigue a continuación:

Quiero finalizar diciendo, que también es común ver una situación de tensión entre un hijo que no habla a su padre, o a su madre. Estos casos son menos conflictivos, porque siempre un padre o una madre estará dispuesto a lo que sea para que la situación de enojo con el hijo no prevalezca en el tiempo (por supuesto, hay excepciones, pero afortunadamente escasas). No obstante, por ser tambien una situación que puede presentarse, no puedo dejar de aportar la reflexión de que si bien es cierto que un joven y su novia cuando se casan van inexpertos tanto en asuntos conyugales como en la formación de los hijos, deben considerar al momento de tener hijos que les será difícil evitar situaciones de conflicto entre sus hijos o entre ellos y sus hijos, por lo cual deben prepararse emocionalmente e incluso intelectualmente para afrontar esas posibles eventualidades que azotan a cualquier hogar. Publicaciones como esta que lees, van en esa dirección orientadora.