Si hay una prédica que es constante en talleres de superación profesional como también en seminarios de crecimiento personal, es la importancia de fijarse metas o como dirían otros, "tener sueños" por los cuales esforzarse cada día. Hay metas económicas, sociales, laborales, pero tengo en alta estima las metas o sueños de índole familiar, de las cuales preservar un bonito recuerdo en mis hijos y familiares es uno de ellos; y, no exagero si esa meta es la que tiene la inmensa mayoría de los padres. Me dedico a hablar de ello.
En mi caso personal, esa meta es inspirada desde el mismo seno del hogar. Sucede que nuestro padre murió siendo un bebé, al igual que mis otros 2 hermanos, y nuestra madre dió una dura batalla por la vida para darnos una existencia íntegra y decente, y el esmero en sembrarnos valores fue muy importante para ella, quien solía repetirnos que nuestro "padre fue un gran hombre y que goza del buen recuerdo de la gente". Podrán imaginarse que esa prédica marcó mi forma de pensar, y, quisiera que incluso formara parte de un "patrimonio familiar" es decir, preservar de hijos a nietos ese amor y respeto por nuestros ascendientes.
Pero, este tema también viene como resultado de una conversación que mantuve recientemente con una mujer hermosísima pero desdichada en su vida matrimonial. Le comentaba entre otras cosas que pudieran curar sus heridas, que "la mujer es muy importante en la vida de cualquier hogar" y que me agradaría que mi hija me recordara por tener y compartir ese pensamiento a toda mujer que veo en desgracia. Nuevamente comprobaría que los hilos de la vida y de muerte adquieren un significado muy especial y del que pocas veces se habla, y, creo que a excepción de este post leerás muy pocos con tal direccionalidad argumentativa, porque mucha gente huye del tema de la muerte.
Retomando: sucede que el feedback no se hizo esperar, porque queriendo yo levantar su ánimo, fue esa hermosa mujer quien me inspiró a escribir estas líneas. Ella me dijo: "Seguro que su hija lo recordará bien siempre, porque yo nunca he olvidado a mi padre y cuánta falta me ha hecho". Los faraones egipcios solían construir pirámides para magnificar su recuerdo en la posteridad, y, esa bella mujer me mostró que la pirámide más elevada es la elevación ética de una persona, lo cual hace imperecedero su recuerdo.
Todo escritor bloguero siente especial satisfacción en legar en cada párrafo algo de su intelectualidad en beneficio del crecimiento personal de sus lectores. Pero, en este escrito, además de ese propósito, quiero legar a mi familia mi deseo más anhelado, y es marcharme con la satisfacción de dejar un buen recuerdo.
Este anhelo acompaña a todos los hombres que lo hemos dado todo, económica y emocionalmente hablando, por nuestra familia. De hecho, he visto en mi vida a muchos hombres que han descuidado a sus hogares, y luego rectifican y hacen lo posible por reparar ese abandono, primero por las necesidades que acompañan a la vejez y segundo por limpiar lo malo que pueda manchar el recuerdo de su estancia en esta tierra.
Realmente me conmueven mucho los avisos que he leído en la prensa de hijos que al cumplirse un año (o más) de la muerte de su padre, es tal el grado que lo extrañan, que publican carteles con notas que evocan el recuerdo agradable y amoroso hacia el padre que ya partió. Incluso, he conseguido en google imágenes unos montajes muy hermosos dedicados por hijos que no superan la partida de sus padres y que lo recuerdan con amor. Los asuntos de familias no sólo tiene que ver con la vida, sino también con la muerte, y este artículo es un claro exponente de ese argumento.
He visto también a muchos hijos que lloran desconsoladamente cuando alguna enfermedad grave, o algún accidente también grave, afecta de alguna forma la integridad física de sus padres. Lloran, buscan desesperadamente recursos económicos, y se dejan invadir por lo que será de sus vidas si su padre llega a morir. A cosas de esta índole me refiero cuando planteo que los asuntos de familia tienen que ver tanto con la vida como con la muerte.
Mi madre es una mujer viuda que nunca faltó a la memoria de nuestro padre. De hecho, en este momento a mis 53 años, cada día de mi vida ha sido acompañado por la foto que SIEMPRE se ha mantenido en nuestra casa exactamente en el mismo sitio, y que mis hermanos y mi madre honramos con fotos tomadas exactamente en ese sitio sagrado de nuestra casa.
Las civilizaciones antiguas nos dejan restos arqueológicos de reyes que se preocuparon por dejar "obras magníficas" para ser recordados, como el caso de las pirámides. Pero la obra más magnífica que un padre puede dejar luego de su partida, es el rastro que deja una vida decente, digna y llena de amor, y, muy intencionalmente escogí el recurso figurativo de las pirámides, porque insisto en que se quiere ser "monumental" en el rastro a dejar, pero, más que un rastro material, vamos a ser amados y recordados por el rastro afectivo que dejemos. Espero que estas notas sirvan de inspiración a muchos hijos y padres.
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