La trágica pesadilla de tener hijos miserables

Un hijo miserable es una persona repugnante, ... ¡claro que sí! ... ¡ciertamente!. Es quizás de esos temas, que aunque generen repugnancia, no son menos verídicos, ... ni menos lamentables ... ni menos trágicos.
Es que es una verdadera tragedia dedicar todo el sacrificio de una vida, por un hijo (a), y, ser luego el blanco de acciones miserables.
En este artículo voy a referirme concretamente a esas "acciones miserables" que por algunos años he visto en algunas familias, y, que se han multiplicado en esta Venezuela que está hundida en la peor crisis de toda su historia.
En la actual Venezuela, la hiperinflación dificulta a muchos hijos dividir sus ingresos entre su grupo familiar y su hogar paterno, lo cual es asunto diferente al hijo que todo su ingreso lo destina para sí mismo, por encima de las necesidades de sus progenitores que se sacrificaron por darle todo lo necesario para una vida digna: alimentos, zapatos, techo, educación, ... por eso es INDIGNO el proceder de los hijos miserables.
A título de ilustración, referiré el caso VERÍDICO de un hijo cuyo padre es chofer, y la situación económica los golpea, afectando su medio de vida que es el bus alquilado que maneja, y que por motivos de averías en repetidas ocasiones le imposibilita llevar sustento para su grupo familiar; dejándolo a él y a su madre (que sería la abuela del caso que uso como ejemplo) pasando hambre ... ¿cómo así?, pues se trata de una dieta forzada de almorzar solo arroz, y aguantar con eso hasta el otro día cuando repite la misma dieta, y así por varios días.
¿Y cuál es la actitud del hijo ante ese problema de su padre chofer y de su abuela?. A pesar de vivir en la misma casa, se encierra en su cuarto y compra comida solo para sí mismo, sin experimentar sentimiento humano de bondad ni siquiera de compasión. A esto la única definición apropiada que le puedo dar es "acción miserable".
Sucede que casos muy semejantes, se han multiplicado en muchos hogares venezolanos; e incluso casos aún peores y más dramáticos, dado que cierta vez leí en el periódico el caso de una hija que "echo a la calle" a su madre para poder meter en la casa a su querido el cual no era aceptado por su progenitora, y la mejor solución fue "botarla de su propia casa".
Retomando, y citando la frecuencia de lo dicho atrás: La actitud es la misma, el hijo (a) se encierra a comer en su cuarto con su pareja, sin preocuparse si el resto de la familia comió, y, lo que veo más repugnante en estos numerosos casos (reitero: son muy comunes hoy día) es que a pesar de no compartir con los demás, si exigen estos "hijos miserables" comer de lo que los demás llevan a la casa.

Hablar de un hijo (a) miserable es dibujar un cuadro de una persona con las siguientes características: egoísta, carentes de ética elemental, indolente, carente de bondad, egocéntrico, es la persona que le gusta aprovecharse del favor ajeno pero es imposible que brinde favores a otros; son los típicos zamuros que comen de todos pero nadie de ellos.
Traigo este tema a este blog porque es un asunto de familia, que considero muy lamentable, triste, ... ¡y grave!, particularmente por la crisis económica que afecta a Venezuela, y que se hace crítico en los más vulnerables, o sea, ancianos y menores de edad, donde por cierto, la miserableza hacia abnegados abuelos que se sacrificaron por cuidar nietos no es correspondida como se merecen, sino que también pasan a ser víctimas de nietos miserables.
"Pasar hambre es la necesidad humana más deprimente" y la indolencia ante esa circunstancia (especialmente si se trata del propio círculo familiar) es además de repugnante -lo reitero- TAMBIÉN ES INJUSTIFICABLE, IMPERDONABLE E INDIGNO, .... ¡totalmente antiético!.

Sería muy terapeútico que si conoces algún caso donde se viva tal drama, puedas obsequiarle una copia de este artículo para ver si de alguna forma puedes llevar algún nivel de reflexión sobre la persona miserable.
¿Qué siente un padre o una madre al ser víctima de inmerecidas acciones miserables de alguno (os) de sus hijos?. Pese al espíritu altruísta que hay en todo padre o madre, es inevitable sentir emociones de tristeza, desilusión, decepción, y en algunos casos hasta indignación, no obstante, no queriendo tal emocionalidad, es normal la reflexión de que ¿se deja de querer al hijo miserable?, ... ¡de ninguna manera!, en todo caso, se siente lástima por el mismo porque el efecto boomerang le pasará factura en el futuro. Estoy seguro que te identificas con lo que digo, porque posiblemente es tu realidad o porque conoces algunos casos que encajan perfectamente en la situación descrita donde verificas el cumplimiento de las características del perfil del miserable acá detalladas.
Sucede que al nacer un hijo hay ilusiones y esperanzas, que al crecer y dejar ver su conducta miserable,se transforman esas ilusiones en lo opuesto, tomando en cuenta que ese hijo (a) miserable no muestra idoneidad para velar por sus padres en la ancianidad.



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