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viernes, 14 de junio de 2013

35. Reconcíliate.

En toda familia son comunes las alegrías, los pleitos, las decepciones, las tristezas, … y, algo que no debería faltar tampoco son las reconciliaciones. Exacto, tal como lo lees: sucede que muchas familias luego de pasar una crisis, pasan por otra crisis que no es menos peor, y me refiero a las crisis originadas por resentimientos y amarguras que nublan la concesión del perdón a algún familiar que ha cometido alguna falta, y, que esa falta de perdón obstaculiza la reconciliación familiar, que es el tema que abordo en esta publicación.
Todos alguna vez hemos conocido alguna familia donde los cónyuges se han separado, debido a alguna falta de alguna de los dos. Hay casos de separaciones donde por razones que no puedo explicar, uno de los cónyuges sufre de la enfermedad de “muerte del amor” y no quiere volver a saber nada de su ex pareja, y, realmente creo que no es mucho lo que puedo aportar en grupos familiares así (conozco casos donde al hablar de la ex pareja se genera un clima tenso, y, ninguna palabra conciliatoria es bien vista), aunque daré la bienvenida a cualquier comentario que pueda servir como medicina para parejas con esa enfermedad.
Quisiera pensar que en parejas con la enfermedad de “muerte del amor” hubiera alguna solución. Lo digo porque he conocido incluso casos de matrimonios evangélicos donde las diferencias han sido tan agudamente irreconciliables, que ni siquiera funcionó la oración de hermanos procurando alguna reconciliación, y, es muy devastador ver como la fuerza de la amargura anuló el fuerte poder de la oración; en casos así, he llegado a pensar que en esas parejas nunca hubo la categoría de genuino amor del que es capaz de no permitir que algún error humano se anteponga a la sagrada unión matrimonial, y hablando de situaciones devastadoras, nada es más devastador que una familia destruída por la separación, partiendo del hecho que la familia es unión de intereses y afectos, por tanto, la idea de la separación debe ser vista como un “virus indeseable” para todo grupo familiar. La separación es entonces una idea y una actitud paradójica, indeseable y negativa a cualquier familia.
Pero, hay también casos de parejas que están dolidas por alguna falta, y, se han separado para oxigenar un corazón herido. Más, en ellos aún queda la semilla de ese amor que los llevó a unirse en matrimonio, y, a ellos puedo decirles que lo más inteligente, lo más sano, lo más deseable, es propiciar una reconciliación. Hay personas negativas que obstaculizan una reconciliación, incluso dentro del mismo grupo familiar. También puedo decir que hay mucha “literatura basura” que alienta a parejas en conflicto a tomar el abismal camino de la infidelidad como mecanismo para superar una crisis, siendo muy lamentable que haya películas y novelas que propicien esos anti valores.
Este blog parte de la premisa que la familia es “la célula fundamental de toda sociedad”, y, no comparte ninguna idea, iniciativa o conducta que propicie la desunión o la separación familiar. En teoría ética, se concibe que los valores son irrenunciables, innegociables y perdurables, de manera que si se dice que la amistad es un valor ético, en tanto es inquebrantable vínculo de interacción social, pregunto, ¿no es acaso la unión matrimonial uno de esos VALORES ÉTICOS irrenunciables, innegociables y perdurables, por tanto, paradójico a cualquier idea de separación?.
¿Por qué escribo este post?. Primeramente para hacer frente a toda publicación que no apoye la unión familiar, de manera que como escritor bloguero, me siento motivado y obligado a hacer aportes conceptuales en pro del crecimiento familiar. Y, también lo escribo, porque conozco parejas que han conocido acerca del perdón, incluso, dicen que han sanado viejas heridas perdonando a su pareja, pero, siguen en una actitud rebelde de separación, y “es ilógico” porque el fundamento de un matrimonio no es la separación sino la unión, faltando en esos casos, el siguiente paso al perdón, el cual es la reconciliación.
Cuando la medicina del perdón ha sanado a un corazón herido, el siguiente paso debería ser la reconciliación y volver a la unión familiar. Quisiera decir que este argumento se debe ver exponencialmente importante cuando hay hijos en una pareja separada, porque ningún hijo se merece un ambiente familiar de padres separados (en un auditorio evangélico a verdades así, las secundan con un AMÉN), y por favor, si vas a opinar en una familia de esposos separados, que tu opinión sea para sentar las bases para una reconciliación, de lo contrario, resérvate tus opiniones, por aquello de que si no opinas constructivamente, mejor no opines y haces menos daño.
También quiero referir el caso de hermanos que han permitido que algún disgusto los haya llevado a una indeseable situación de distanciamiento. Conocí unos hermanos donde la categoría de disgusto era tan fuerte en ellos, que llegado el 31 de diciembre, ni aún a peticiones de familiares de olvidar diferencias por ese día, ni aún así se daban el popular y universal abrazo de AÑO NUEVO. Y hay también el caso de padres e hijos disgustados, que en casos críticos y mal llevados, conllevan al abandono prematuro del hogar por parte de ese hijo. Lo más sano, es eliminar orgullos y resentimientos que enturbian el ambiente del necesario diálogo, y, una vez establecidas las mejores condiciones para una sana comunicación entre padres e hijos, aplicar perdón y dar paso a la recopnciliación.
De manera que el tema de la reconciliación familiar no es asunto exclusivo para cónyuges separados. También aplica a esos casos de hermanos que no se hablan, o de parientes separados por enojos, ejemplo, tíos y sobrinos separados por añejas rencillas familiares.
La reconciliación familiar es un tema muy importante en una familia. Debería ser un tópico a abordar en sermones evangélicos, e incluso, en esos cursillos pre matrimoniales que se imparten en las iglesias católicas a jóvenes que aspiran al matrimonio. Y, por lo tratado acá, no sólo como mecanismo sanador de cónyuges separados, sino como mecanismo sanador de parientes separados por rencillas.
La reconciliación familiar no es una opción, es una necesidad, y, si la familia es lo más importante, diría que es una obligación; y algo muy pero muy importante es que para que haya conciliación familiar, TODOS DEBEN PONER DE SU PARTE. De hecho, ¿no es una obligación moral de los padres el agotar todo recurso que conlleve a la reconciliación de hermanos que no se hablan?, así como en el caso de hermanos, ¿no es igualmente necesario para el bienestar familiar el agotar todo recurso que reconcilie esposos enojados?.
Quiero también enfatizar que las personas cuyos comentarios crean la cizaña para separar cónyuges, son personas dañinas y por tanto indeseables en esa familia; yo diría que a familiares o amigos que traen cizaña no se les debe dar la bienvenida en una casa, porque el bienestar familiar, si bien se disfruta cuando hay un buen fundamento económico, no es menos cierto, que también se disfruta cuando hay un buen fundamento emocional de unión.
Lo deseable es no tener que llegar a una situación crítica de separación que exija la terapia del perdón y posterior reconciliación. Pero, las cosas no funcionan así en la realidad, es decir, ningún matrimonio está tan absolutamente blindado como para evitar las tempestades que podrían atraer separaciones, no obstante en casos de separaciones, siempre el norte deberá ser procurar una reconciliación, y mientras más pronto ¡mejor!, sin embargo, la belleza del perdón es que si se ha permitido que el enojo separe por algún tiempo a cónyuges o familiares, siempre el perdón creará las bases para borrar las huellas de meses o años de disgusto para dar paso a la belleza de la reconciliación.
Digo que la reconciliación es bella, porque he escuchado a cónyuges separados que dicen que harían todo lo posible para poder rescatar la belleza de las sonrisas de su pareja, entonces, ¿no es acaso bello ese sentimiento de reconciliación que nos devuelve la belleza de las sonrisas y alegrías de nuestra pareja disgustada?, porque es realmente magnetizante la imagen de alegría de familias unidas.
La reconciliación es además el signo de la esperanza de una relación. Lo digo porque una pareja separada mantiene viva la esperanza de volver a estar juntos, si la medicina de la reconciliación borra los elementos que motivaron la separación.
Reconciliación familiar es entonces belleza, esperanza y medicina.
Cuando tengas diferencias con algún familiar, no lo pienses mucho y ¡RECONCÍLIATE!!!, Porque la RECONCILIACION FAMILIAR representa un tema que puede aliviar el clima emocional en muchos hogares

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